lunes, 27 de agosto de 2012

Wer y el proyecto oculto

Dicen en mi pueblo que si quieres conocer a fulanito, dale un carguito. El ministro Wert , con una sólida formación a sus espaldas, viene comportándose al frente de su responsabilidad como aquel amigo “provocón” que siempre hay en las pandillas de barrio. Esto tiene su mérito, porque él solito está logrando mostrar con desparpajo lo que otros creen necesario ocultar: la naturaleza profundamente clasista y reaccionaria de la derecha de este país.
Cuando en todas partes se intenta afrontar la crisis con más educación y más investigación, este gobierno ha decidido que justo ahí es donde hay que recortar: se alarga la jornada de los docentes, porque no importa la calidad de lo que hacen. Se aumenta el número de alumnos por aula, porque no importa la calidad de lo que aprenden. Se reducen las plantillas de los centros, porque no importa que no puedan hacer su trabajo. Se rebajan los sueldos del profesorado, porque su dedicación y entrega no son importantes. Se reducen alarmantemente las becas y se dificulta el acceso a ellas, porque no importan los que vayan a quedar fuera. Se retrasa la implantación de la nueva FP, porque no importan sus destinatarios. Se eliminan carreras “no rentables”, porque no importa el conocimiento que perdemos como sociedad. Se suben increíblemente las tasas universitarias, porque no importa laminar a los que teniendo capacidad, no tienen recursos. Si esto no es clasista, que venga dios y lo vea. Como dice mi amigo Martínez Rubio, se trata de “crear una nueva elite que, paradójicamente, tendrá una formación mucho más pobre”.
La propia Comisión Europea ha advertido al Gobierno de Rajoy de que esta vía “amenaza al crecimiento”, pero ellos siguen a lo suyo. Por supuesto aducen razones técnicas, pero son difíciles de creer. El gasto educativo en Primaria y Secundaria es en nuestro país del 3,1% del PIB, cinco puntos por debajo de la media UE27. El ahorro que Wert espera obtener es de 3000 millones de euros, una cantidad que no resultaría difícil compensar en otras partidas. No, no se trata de ninguna mejora de la eficiencia. Todos sabemos que simplemente recortan y reducen, sin contemplar el efecto social de sus medidas. En esta política hay gato encerrado.
Wert no es ningún tecnócrata, sino un verdadero neocon, fuertemente ideologizado. Nunca actuaría movido sólo por criterios técnicos y menos sabiendo, como sabemos todos, que estas medidas no cuadrarán el presupuesto. No, un hombre tan ideológico como Wert debe tener un propósito oculto. El neoliberalismo –que, por cierto, fue el origen de esta crisis- tiene sus exigencias y una de ellas es que la educación, como los otros servicios públicos, debe de ser privatizada cuanto antes. O mejor, la educación de “calidad” debe privatizarse; la de “caridad” puede seguir siendo pública. De ahí el intento de Aguirre de introducir un ranking de “excelencia” entre centros del sistema público. Es la antesala.
Nuevamente aquí estamos ante un proyecto profundamente clasista, destinado a entregar el negocio de la educación -como el de la sanidad- a los de su clase y mantener como públicos los servicios asistenciales de último recurso, que siempre estarán sometidos a la presión conservadora de “reducción de gasto inútil”. No hay más que ver el modelo americano.
Precarizar la educación pública y empujar a las familias con posibles a la escuela privada, es el designio secreto, pero la clave para entender este proyecto oculto nos la da el propio ministro cuando deja ver sus otras intenciones ideológicas: sustituir la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC) por una materia que no “entra en los temas conflictivos” del respeto a las opciones sexuales, la igualdad de género o la protesta social, es una señal clara. Una apuesta contra el modelo de educación de ciudadanos libres y autónomos que requiere la democracia. La otra prueba la acaba de dar también Wert al despreciar la sentencia del Supremo, que obliga a retirar los conciertos a los centros que segreguen a los alumnos por sexos. Luego ha anunciado que cambiará la ley para que dicha segregación sea posible con dinero público. Nada menos que la vuelta a los años cincuenta, enseñanza separada de chicos y chicas y adoctrinamiento religioso. ¿Con qué lógica critican luego los integrismos de otras latitudes?
El ministro Wert ha resultado ser un tanto extremista en sus maneras, pero su programa es el de la derecha de siempre: recortar y precarizar, para privatizar y adoctrinar. Un programa de máximos, como se ve. Para conocerlo a fondo, sólo hacía falta que le dieran un cargo.

Por Pepe Reig Cruañes, Profesor de la UCLM. 

Pincha aquí para ver el artículo original: http://losojosdehipatia.com.es/opinion/wert-y-el-proyecto-oculto/

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